miércoles, 8 de febrero de 2012

Más allá de los sueños

Es ya tarde en las entrañas de un parque olvidado. La única compañía es este aire seco y pesado que azota mi rostro de manera aleatoria e inestable. Sin embargo no quema, no molesta, la insensibilidad es la que domina al cuerpo. Mientras tanto continúo caminando, guiado por un camino inventado por el andar de otras personas, más por inercia que por voluntad propia. De repente a los lejos puede verse una silueta cuya forma no es revelada al instante. La distancia se reduce cada vez más, paso a su lado sin percibir algún detalle de aquella persona. 

Inexplicablemente un frío se apodera de mí ser y me da la orden de detenerme súbitamente. En ese instante doy la vuelta y la veo. Una mujer hermosa como ninguna había visto jamás, tiene el cabello oscuro como la noche más tenebrosa, la tez blanca como la nieve y unos labios delgados con rastros de humedad que forman un contraste único e inigualable.

Sólo existe un problema, no puedo distinguir el color de sus ojos para crear el retrato completo. Las culpables son las lágrimas que llenan sus ojos como ríos que se desbordan en pleno Septiembre. En ese momento ella clava su mirada en la mía para hacer un momento tenso pero inolvidable coronado por su abrazo desesperado y respiración agitada. Me utiliza para estallar en llanto y dejar salir sus sentimientos más profundos. Como si estuviéramos conectados transmite en mi sentimientos de confusión, desesperación y al final de alivio. Es cuando su dialogo comienza con palabras sin sentido. Habla del amor que encuentra cuando más lo necesita, me encuentra a mí.

De repente el escenario comienza a derrumbarse, las palabras se hacen turbias, las imágenes borrosas, su silueta se pierde en el horizonte, el sueño se colapsa. Ahora sólo oscuridad, cuatros paredes, una habitación...soledad...fue un sueño.

Aquí comienza la historia de la cual no conozco el destino, ni los detalles del camino por recorrer pero te invito a que lo descubramos juntos.